Si es un niño, el padre adora a su hijo, el cual le corresponde.
Tienen las mismas preocupaciones de tipo material y moral, y el hijo se inscribe naturalmente en el mismo estado de ánimo que su padre, compartiendo los mismos valores que él.
Si es una niña, el padre es incondicional respecto a la hija. Hace todo lo posible por verla feliz.
Sus vínculos afectivos suelen ser indefectibles. Cualquiera que sea su evolución personal y su futuro, la hija siempre vuelve al padre o no se aleja demasiado de él.